Quien más quien menos habrá sufrido en primera persona los efectos de una noche de excesos. Dolor de cabeza, malestar general, estómago revuelto, etc., un mal trago que hay que pasar lo mejor que se pueda.
Recientemente, la Food Doctor Clinic de Londres ha publicado una lista con una serie de alimentos cuyo consumo nos puede ayudar a reducir los efectos de una buena resaca, sin recurrir a nuestro gran amigo el analgésico.
Líquidos
Uno de los efectos del consumo de alcohol es la deshidratación del organismo. Para paliar los efectos de dicha hidratación, es aconsejable incrementar el consumo de líquidos después de la ingesta excesiva de alcohol.
Sólidos
Uno de los síntomas de la resaca es tener el estómago en no muy buenas condiciones, por lo que habrá que huir de las comidas copiosas o indigestas que empeoren nuestro estado.
En conclusión en esas mañanas de intenso dolor de cabeza tras una noche de excesos lo mejor es preparar un buen desayuno que incluyan estos alimentos para disminuir los efectos indeseables de la resaca y evitar así tener que tomar ningún tipo de medicación.
La patata es una de las verduras menos valorada en la cocina, y también, la que peor fama tiene si nos referimos a la alimentación saludable. Sin embargo, esta mala fama está totalmente injustificada, ya que se trata de un alimento sano y equilibrado que vamos a reivindicar en este artículo.
Los primeros indicios de cultivo de la patata se remontan a unos 5.000 años A.C., en lo que actualmente sería Perú. Desde ese lugar se difundió por todo el continente americano, hasta el siglo XV-XVI, que con la llegada de los españoles, fue llevada hacia Europa. No sería hasta siglo y medio después, cuando se convertiría en uno de los alimentos básicos de las dietas europeas, debido a una gran crisis cerealística.
Esta mala fama de la patata se debe, fundamentalmente, a la creencia por parte de gran parte de la población de que es un alimento muy calórico. Es cierto que en comparación con otros vegetales, posee gran cantidad de hidratos de carbono, pero en realidad, aportan muy pocas calorías y su contenido en grasas es muy reducido.
Si comparamos la patata con otros alimentos, veremos que esa fama está totalmente injustificada. Por ejemplo, la pasta aporta hasta 350 kcal por cada 100 g, mientras que la patata supone unas 70 kcal por la misma cantidad. Si que existen hortalizas y verduras con un aporte de calorías mucho menor, peo aun así, la patata no es de los más calóricos.
Por el contrario, la patata tiene un contenido importante en fibra, aproximadamente 2 g por cada 100 g, que incrementan la sensación de saciedad.
Una vez que esta mala fama ha sido aclarada, hay que comentar los beneficios derivados de su consumo, teniendo en cuenta que es un producto plenamente introducido en nuestra dieta, y al que estamos acostumbrados.
La patata es rica en minerales importantes para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, como el potasio, el fósforo, el magnesio, y en menor medida, el selenio. De todos ellos, cabe destacar el potasio por su acción a la hora de reducir la presión arterial.
Otro aporte de nutrientes importantes son los fotoquímicos, que también ayudan a controlar la hipertensión. Su contenido en fibra es elevado, y además contienen prebióticos, que facilitan el correcto funcionamiento del sistema digestivo. Y por último pero no menos importante, es que no tiene gluten, por lo que resulta un ingrediente ideal a la hora de evitar problemas con la alimentación de celíacos.
Las posibilidades son variadas, pero si tenemos que elegir un método que conserve las características del alimento, optaremos por la cocción al vapor, al horno o al microondas, ya que evitamos una pérdida masiva de nutrientes.
Si optamos por la fritura, además de que se produce una mayor pérdida de nutrientes, estaremos incrementando de manera importante el aporte calórico, ya que 100 g de patatas fritas aportante casi 500 kcal, mucho más que si optamos por la cocción o el horno.
En el caso de la cocción, si se realiza pelada o en trozos, perderemos gran cantidad de vitaminas y nutrientes hidrosolubles, por lo que lo mejor será cocerlas enteras y sin pelar, o bien cocinarlas en el horno o en el microondas.
Es de sobra conocido que los expertos en nutrición recomiendan un consumo mínimo de frutas y verduras diariamente para conseguir una dieta equilibrada. La cantidad es variable en función del individuo, pero está fijada en cinco piezas de fruta y verdura al día. En ocasiones, por diversos motivos, es complicado alcanzar esta cifra, por lo que a través de este artículo os vamos a proponer varias ideas que os ayudarán en este propósito.
Para llevar una dieta equilibrada, es imprescindible consumir al menos cinco raciones de frutas y verduras al día, que nos garantizan que tomamos las vitaminas y minerales necesarios, gran cantidad de antioxidantes y fibra.
En el caso de un consumo limitado de frutas y verduras, nuestra dieta sería deficiente en antioxidantes, por lo que nuestro sistema inmunitario se vería debilitado. Al mismo tiempo, tendríamos niveles muy bajos de vitaminas y minerales, algunos de los cuales son imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Por último, pero no menos importante, las frutas y las verduras son una fuente importante de fibra, que ayuda al tránsito intestinal e incrementa la sensación de saciedad, por lo que la ingesta total de alimento se reduce.
Una vez que aceptamos que tenemos que llegar a esa cifra mágica de cinco raciones de frutas y verduras al día, hay que intentar que sea un comportamiento natural, sin tener que estar todo el día pendiente de ello. Para conseguirlo, podemos hacer una serie de recomendaciones muy sencillas:
Con estas opciones, no tenemos excusa para no tomar las cinco raciones diarias de frutas y verduras tan necesarias para una dieta saludable.
Siguiendo con el tema sobre los falsos mitos en la alimentación, publicado en un artículo anterior en este blog, explicaremos que hay de verdad y mentira en varias creencias relacionadas con el mundo de la alimentación.
El principal problema de la comida basura es realizar un consumo reiterado y elegir menús muy calóricos y poco variados. Actualmente, la carta de estos establecimientos suele presentar otras opciones más saludables, como por ejemplo, con diferentes variedades de ensaladas. Eso sí, no hay que abusar de las salsas y aliños y controlar el consumo de refrescos azucarados, así como limitar el tamaño de los menús.
Según la legislación actual, cualquier alimento que presente un contenido en azúcar un 30 % menor al alimento original se puede considerar que es “light”. Este hecho, unido al desconocimiento por parte del consumidor y a la publicidad desmedida y en ocasiones poco veraz por parte de las empresas, puede llevar a la creencia que un alimento light no engorda en absoluto.
De hecho, un alimento poco calórico, según la normativa actual, será aquel etiquetado como “bajo valor energético”, y no debe presentar más de 40 kcal/100 g.
Está demostrado científicamente que el sobrepeso durante el embarazo repercute negativamente tanto a la madre como al feto. Es cierto que durante la gestación, la madre debe ingerir un extra de calorías, en torno a las 350 kcal a partir del cuarto mes de embarazo, pero dicha cantidad queda lejos de duplicar la ingesta.
Es una creencia totalmente falsa y absurda de toda lógica, ya que el agua tiene 0 calorías. Lo único que favorece es la bajada de los alimentos ingeridos hacia el tracto digestivo, y por tanto, puede inducir a comer más. También es cierto, que si se toma uno o dos vasos de agua antes de la comida, puede producir una sensación precoz de saciedad, por lo que tenemos menos necesidad de comer.
Existen muchas variedades de frutas, con unos contenidos en calorías muy diversos, por lo que podemos encontrar desde el plátano, con 85 kcal/100 g hasta la sandía, con menos de 25 kcal/100 g. Además, pese a que pueden tener cierto poder calórico, son alimentos muy equilibrados, que aportan gran cantidad de nutrientes necesarios para nuestro organismo.
También es importante el momento de la ingesta. La fruta no engorda menos por tomarla antes de comer, sino que reduce la necesidad de comer más cantidad de los platos principales ya que produce cierta saciedad. Además, al tomar la fruta con el estómago vacío, facilitamos la absorción de los nutrientes que contiene.
En ambos casos, el contenido en calorías es idéntico, ya que ambos provienen del mismo cereal (trigo, centeno, etc., según el tipo) y la única diferencia es que el pan integral conserva parte del salvado o cáscara del grano, mientras que el pan normal este salvado se ha eliminado. Sin embargo, el pan integral, al contener un extra de fibra, produce una sensación de saciedad más temprana, por lo que comemos menos cantidad.
Cuando evitamos realizar alguna de las comidas a las que tenemos acostumbrado a nuestro organismo, obligamos a éste a activar una serie de acciones metabólicas cuyo fin es obtener los nutrientes necesarios, fundamentalmente a partir de nuestras reservas.
Es conocido que cuando una persona deja de fumar, tiene tendencia a engordar. Esto está relacionado con el abandono del consumo de nicotina, ya que para su eliminación el organismo consume entre 100 y 300 kcal al día. Además, el tabaco tiene un cierto efecto saciante, por lo que comemos menos.
Pese a todas estas “ventajas”, la adicción al tabaco no es una forma de adelgazar muy recomendada por los médicos…
El problema de picar entre horas no reside en el hecho de hacerlo, sino en el hecho de que solemos comer en exceso y generalmente, de manera poco saludable. Según los expertos, el total de la ingesta se debe dividir en un 25 % en el desayuno, un 35 % en la comida y un 25 % en la cena, de forma que el 15 % restante se debe repartir entre el almuerzo y la merienda, haciendo un total de cinco ingestas repartidas a lo largo de todo el día.
Estos productos cumplen con su función, evitando que el exceso de grasas ingeridas sean depositadas en el organismo, con lo evitamos engordar. Sin embargo, hay que recordar que las grasas, en su justa medida, son necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, y además, muchos de estos productos realmente no tienen efecto absorbente pudiendo provocar alteraciones metabólicas.