Dieta mediterránea, la más ecológica

Saludable, equilibrada, sencilla y deliciosa. Así es la dieta mediterránea, una herencia cultural de nuestros pueblos que cada vez se demuestra más beneficiosa para la salud. Pero es que, además, también lo es para el medioambiente: un reciente estudio científico concluye que el menú tradicional que se consume en países como España tiene una huella de carbono inferior al de las dietas típicas de los países anglosajones.

La huella de carbono es una fórmula sencilla para medir el impacto que dejamos sobre el planeta. Se trata de un recuento de las emisiones de gases de efecto invernadero -medidos en unidades de dióxido de carbono equivalente (CO2e)- que son liberadas a la atmósfera debido a nuestras actividades cotidianas o a la comercialización de un producto. Es decir, que cuanta más huella de carbono tiene una actividad o producto, más contamina.

Fuente: https://www.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml

Cada alimento que tomamos tiene también su huella de carbono, calculada sumando todas las emisiones provocadas en cada fase, desde su producción en el campo hasta la gestión de los residuos que genera, pasando por la recogida, tratamiento, distribución, preparación, etc.

Estas emisiones de dióxido de carbono, así como las de otros gases de efecto invernadero, contribuyen al calentamiento global y al famoso cambio climático, con graves consecuencias tanto para las personas como para el resto de los seres vivos. Por eso muchos investigadores se afanan en encontrar soluciones en cualquier ámbito de nuestra vida, incluido el consumo de alimentos.

Pues bien, investigadores de la Universidad Jaume I de Castellón, la Universidad de Huelva y el Complejo Hospitalario Universitario de Huelva analizaron la huella de carbono de los menús tipo que se sirven en España, basados en la dieta mediterránea, y los compararon con los ingeridos en países como Reino Unido o EE UU. Y resulta que la huella de carbono media de los nuestros es muy inferior.

La diferencia principal se debe al menor consumo de carne de vacuno (uno de los alimentos cuya huella de carbono es mayor) y la abundancia de frutas y verduras (con baja huella de carbono) en la dieta de los países de la cuenca mediterránea.

La Agencia de Noticias SINC se hace eco de este estudio, cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Health Services Research & Policy. Rosario Vidal, primera autora del artículo e investigadora de la Universidad Jaume I de Castellón, explica a SINC que “combatir el cambio climático es una prioridad internacional que debe ejecutarse en todos los ámbitos, como en el entorno familiar, teniendo en cuenta nuestra alimentación diaria”.

Para realizar la investigación se recogieron datos en el Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva. Se analizaron un total de 448 comidas y otras tantas cenas, repartidas durante todas las estaciones del año, con un aporte calórico medio de 2.000 kcal.

Aunque el estudio se centró en ámbito hospitalario, sus responsables consideran que los datos son ampliamente extrapolables: “estos menús podrían haberse servido igualmente en cualquier colegio, restaurante o casa española. Las recetas analizadas incluyen algunos platos tan típicos como gazpacho andaluz, pisto manchego, paella o puchero”, explica Vidal.

Para calcular la huella de carbono de cada plato del menú, se elaboró una base de datos con la correspondiente a cada uno de los alimentos cultivados, producidos o pescados (casi todos ellos nacionales). Luego multiplicaron la cantidad en bruto de cada producto necesaria para preparar el menú por su valor en la tabla.

La huella de carbono media diaria obtenida fue de 5,08 kg de CO2 equivalente (CO2e), mientras que la media en EE UU para la misma ingesta calórica se estima entre 8,5 y 8,8 kg de CO2e, y la del Reino Unido en 7.4 kg de CO2e. Se obtuvo también la huella de carbono para otras 17 dietas terapéuticas, como dieta blanda, líquida, hipoproteica o hiperproteica.

Los investigadores destacan que los resultados obtenidos para la dieta mediterránea son muy inferiores que los estimados para las anglosajonas, en las que abunda mucho más la carne de vacuno y se consumen menos frutas y verduras, tan importantes en nuestras latitudes. “Por eso – afirma Vidal – no solo es más sana, sino que nuestra dieta es también más ecológica”.

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