¿Puede un filtro cambiarte el sabor de un plato? Realidad aumentada en catas alimentarias
En los últimos años, la realidad aumentada (RA) ha irrumpido en muchos sectores, desde la educación hasta el entretenimiento. Pero, ¿sabías que también se está utilizando en catas alimentarias? Esta tecnología emergente se está convirtiendo en una herramienta clave para explorar cómo percibimos los sabores y aromas. Y lo más interesante: puede influir en cómo sentimos un alimento, sin cambiar sus ingredientes.
¿Qué es la realidad aumentada y cómo se aplica en alimentación?
La realidad aumentada permite superponer información digital (imágenes, sonidos, gráficos) al entorno real a través de dispositivos como gafas inteligentes, tablets o móviles. En el campo de la alimentación, su uso está creciendo especialmente en entornos de investigación sensorial y experiencia del consumidor.
¿Cómo se utiliza en catas?
- Gafas de realidad aumentada: los catadores utilizan dispositivos que les permiten ver el mundo real, pero con capas digitales añadidas, como imágenes, colores, sonidos o gráficos superpuestos.
- Simulaciones sensoriales: se recrean ambientes específicos con estímulos visuales y auditivos diseñados para modular la percepción sensorial del alimento (por ejemplo, hacer que una sopa parezca más casera o un chocolate más intenso).
- Interacción en tiempo real: mientras degustan el alimento, los participantes pueden ver información contextual o sensorial como gráficos de sabor, perfiles aromáticos o datos nutricionales, integrando así aspectos cognitivos en la percepción del sabor.

¿Por qué esto modifica nuestra percepción?
Porque la experiencia de comer es multisensorial y contextual. Nuestro cerebro no analiza el sabor de forma aislada: lo hace interpretando señales visuales, auditivas, táctiles y hasta emocionales. Y el contexto influye. Mucho.
Por ejemplo:
- Un mismo producto puede parecer más dulce si se consume en un entorno virtual cálido con luces tenues y sonidos suaves, o más ácido si el entorno es frío y metálico.
- La percepción del tamaño, la textura o incluso el frescor de un alimento puede verse alterada por los estímulos digitales que lo rodean.
¿Qué nos dice la ciencia?
Estudios del Oxford Crossmodal Research Lab y de centros de neuromarketing y neurociencia sensorial coinciden: el uso de RA puede modificar hasta en un 15-20% la percepción del sabor. Esta cifra, aunque variable según el producto y el entorno simulado, demuestra que no solo comemos con la boca, sino también con los ojos, los oídos y el cerebro.
¿Para qué se está utilizando?
- Investigación sensorial: permite estudiar de forma controlada cómo diferentes estímulos afectan a nuestras respuestas perceptivas. Además, al poder simular entornos de consumo, se mejora la validez ecológica de los estudios.
- Diseño de experiencias personalizadas: abre la puerta a experiencias inmersivas y adaptadas para consumidores, ya sea en degustaciones, restaurantes o en el hogar.
- Marketing e innovación de producto: las marcas comienzan a explorar la RA como una forma de añadir valor experiencial a sus productos, transformando su consumo en una vivencia sensorial única.
- Formación y educación alimentaria: también se está utilizando para enseñar sobre los alimentos (por ejemplo, mostrando visualmente el perfil sensorial de un vino o la trazabilidad de un ingrediente) de forma más atractiva y didáctica.
Ejemplos reales
- Simulaciones de entornos como bosques, playas o cocinas familiares durante la degustación de alimentos.
- Uso de RA en packaging: escaneas el envase y aparece una animación que contextualiza la experiencia de consumo.
- Aplicaciones móviles que modifican el entorno virtual mientras comes, mejorando la experiencia de personas con dietas terapéuticas o necesidades nutricionales especiales.

En resumen
La realidad aumentada no cambia la composición del alimento… pero sí puede cambiar cómo lo percibimos. Gracias a ella, podemos estudiar y diseñar experiencias más completas, inmersivas y personalizadas. En un mundo donde la experiencia del consumidor es cada vez más importante, la combinación de neurociencia, sensorialidad y tecnología nos permite avanzar hacia una nueva forma de entender (¡y disfrutar!) lo que comemos.
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